Acababa yo de cerrar la puerta de la clase para ir a mi guardia de los martes. Error mío salir al mismo tiempo en que la manada hormonal procedía a abandonar sus clases. Es harto sabido que los adolescentes, en apogeo emocional, disfrutan pegándose y escupiéndose si es menester.
La mala fortuna quiso que en una de estas demostraciones de amor, Tyler (nombre ficticio) planeara meterle un cabezazo a Summer (nombre ficticio), pero dicho cabezazo acabase rebotando en... toda mi jeta. De allí salieron pajaritos por lo menos.
Me quedé tan aturdida que sólo pude gritar: *********. Lo cual, lo reconozco, no es muy profesional. Pero ¿sabes ese momento en que el Zen se te está a punto de ir a tomar por... porque ya empiezas a estar harta de ir a hostia por semana? Los niños se quedaron blancos al escuchar tan ininteligibles palabras para ellos y se hizo un silencio sepulcral. Debió sonarles a GUACHIGUACHI pero eran perfectamente conscientes de que la habían liado.
La historia acaba aquí aunque tuvo algunas consecuencias. Tuve que escribir un statement y enviarlo a todo quisqui. Aquí todo se resuelve con un statement, como si fueras a comisaría. Que te roba cartera en el staffroom (verídico, le pasó a una profe): write a statement. Que un niño amenaza a otro con unas tijeras: write a statement. Que un chaval de año 9 (2ºESO) que mide dos metros te mete un cabezazo en el pasillo: write a statement.
Hoy vinieron Tyler y Summer a pedirme perdón. Les debía parecer graciosa la cosa ya que entraron descojonaos de la risa... La madre que los va a parir...
Esto, señores, es la auténtica London Life. Y el resto, ladies and gentlemen, son cosas de turistas.
Esto, señores, es la auténtica London Life. Y el resto, ladies and gentlemen, son cosas de turistas.
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